Primavera negra by Henry Miller

Primavera negra by Henry Miller

autor:Henry Miller [Miller, Henry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1936-01-01T05:00:00+00:00


JABBERWHORL CRONSTADT

Este hombre,

esta calavera,

esta música…

Vive en el fondo de un jardín sumido, una especie de umbroso claro sombreado por balancines y spinozas, por cedros de la India y baobabs, una especie de incómodo Buxtehude diapreado con élitros y falúas. Pasas por una garita de centinela donde el portero se retuerce los bigotes con furioso (sic), como en el último acto de Ouida. Viven en un tercer piso, detrás de un mainelado belvedere afiligranado con perros spaniel sujetos y sebáceos quistes, con bonos de caja y migrañas tendidos a secar. Encima del timbre dice: «JABBERWHORL CRONSTAD, poeta, músico, herbolario, meteorólogo, lingüista, oceanógrafo, ropavejero, coloides». Debajo de esto se lee: «¡límpiese los zapatos y suénese la nariz!». Y, debajo de esto, hay una escarapela de un traje de segunda mano.

—Hay algo extraño en todo esto —dije a mi compañera, cuyo nombre es Dschilly Zilah Bey—. Debe de estar otra vez con el período.

Después de tocar el timbre, escuchamos el llanto de un niño, un gemido chillón, metálico, como el fin del sueño de un matarife de caballos.

Finalmente, Katya aparece en la puerta (Katya de Hesse-Cassel) y, detrás de ella, delgada como un barquillo y sosteniendo una muñeca de porcelana, está la pequeña Pinochinni. Y Pinochinni dice: «Pasad al salón, todavía no están vestidos». Y cuando pregunté si tardarían mucho, porque estamos muertos de hambre, ella dijo: «¡Oh, no! Llevan horas vistiéndose. Tenéis que ver el nuevo poema que papá escribió hoy; está en la repisa de la chimenea».

Y mientras Dschilly desenvuelve su serpentina bufanda, Pinochinni ríe y ríe por lo bajinis, diciendo oh, Dios mío, ¿qué pasa con el mundo, todo está tan atrasado, y habéis leído lo de la niña vaga que escondió los palillos de dientes bajo el colchón? Es muy extraña, papá me la leyó en un gran libro de hierro.

No hay ningún poema en la repisa de la chimenea, pero hay otras cosas: La anatomía de la melancolía, una botella vacía de Pernod Fils, El mar de ópalo, un trozo de tabaco de mascar, horquillas, una guía de calles, una ocarina… y una máquina para hacer cigarrillos. Debajo de la máquina, hay notas escritas en menús, tarjetas de visita, papel higiénico, cajas de cerillas… «cita con la Coñodesa Cathcart a las cuatro…», «el opalescente mucus de Michelet…», «deflujos… cotiledones… tísico…», «si en la falda del Día de la Mujer cae la Pascua, de las purgaciones te cuidarás Inglaterra antigua…», «del icor surge su sucesor…», «el reno, la nutria, el marvisón, la ranavisón».

El piano está en un rincón cerca del belvedere, una frágil caja negra con candelabros de plata; los spaniel se han comido las teclas negras. Hay álbumes de Beethoven, Bach, Listz, Chopin, llenos de facturas, juegos de manicura, piezas de ajedrez, bolas y dados. Cuando está de buen humor, Cronstadt abrirá un álbum en el que dice «Goya» y tocará algo en la clave de do. Puede tocar óperas, minués, chotis, rondós, zarabandas, preludios, fugas, valses, marchas militares; puede tocar a Czerny, a ProkofiefF o a Granados, y hasta puede improvisar y silbar un aire provenzal al mismo tiempo.



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